jueves, 4 de agosto de 2011

Rajoy, Iberia y yo.

Dice el diario "El Mundo" del día primero de Agosto, que el vuelo regular de Iberia que tenía que trasladar a Mariano Rajoy a Vigo sufrió una hora de retraso,según la compañía "por causas técnicas". Después de acomodarse en el avión se apercibieron de que no funcionaba el aire acondicionado. Desembarcaron y aguardaron algo más de una hora, hasta que Iberia fletó otro aparato. El político dijo que lo peor no era la incomodidad y el retraso sino "que no te informan de nada". Estos incidentes se repiten a diario y no merecen comentario al afectar a personas corrientes.

El Sr. Rajoy no debe sorprenderse de esta actitud. Iberia, ex monopolio, tiene un vicio de origen que es el de la prepotencia que manifiesta en su relación con los usuarios a los que parece que concede la posibilidad de viajar, eso sí previo pago, lo que los convierte en clientes y a la compañía aérea en una prestadora de servicios, ambas partes con sus correspondientes deberes y obligaciones.

Pues no, Iberia, quiá. El gigante aeronáutico hispanobritánico por su unión con British Airways, carece de escrúpulos y  actúa manifestando su soberano desprecio a sus clientes, en detalles como la desinformación cuando un vuelo sufre retraso o como cuando de su actividad se derivan perjuicios que afectan a los pasajeros. Puede usted reclamar, le dan la hoja de reclamaciones a la que no se dignan contestar,faltaba más, y si el daño producido es la pérdida del equipaje o desperfectos en el mismo esperará inútilmente una explicación, ni siquiera una disculpa porque esto representa admitir el hecho reclamado. Esto mismo me ocurrió en un viaje que hice al Perú  esta primavera y que se convirtió en un tour sin equipaje y sin lo más necesario para la higiene personal y para cambiarnos de ropa. La desaparición de las maletas fue en el vuelo IB8999 Valencia-Madrid del 10 de Mayo como tengo relatado en mi blog "Iberia y la responsabilidad civil" y publicado el 19 de Mayo.Dos reclamaciones fueron presentadas una en el aeropuerto de Barajas de inmediato y otra en el de Valencia. No hubo respuesta a ninguna de ellas.

Recurrí a mi abogado. Envió una carta certificada con la relación de las pertenencias no recuperadas ,incluso con facturas de compra, y los gastos urgentes que hubo que realizar para atender a lo más necesario. La compañía contestó que se estaba estudiando el caso. Y hasta hoy. He dado orden de que se inicien acciones judiciales contra Iberia. El coloso aeronáutico con su ejército de abogados no tienen reparos en desestimar las reclamaciones aunque sea manifiesta su responsabilidad, ¡que litiguen si se atreven!

En su consejo de administración se sientan dos ex ministros y otros personajes del mundo económico y miembros relevantes de consejos de otras empresas. Supongo que con este poderoso elenco, Iberia y los gobiernos mantendrán un pacto de no agresión beneficioso para la empresa y sus accionistas.

¡Viajeros, al tren !

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