sábado, 24 de septiembre de 2011

Botelloning

  


Maciej Dakowicz - photographer

www.maciejdakowicz.com/about.htm


Cardiff. País de Gales. En otros lugares ocurre lo mismo.Explanadas,plazas,calles campus universitarios.Discotecas de automóvil pasadas de decibelios, alcohol sin freno, probablemente sustancias psicotrópicas, hormonas en ebullición, fiesta dionisíaca hasta terminar la noche. Mujeres y hombres tirados por la borrachera, vómitos aquí y acullá, algún coma etílico. Muchos estudiantes seguidores del carpe diem, hijos cuyos padres ni se imaginan lo que hacen sus retoños ya creciditos, jóvenes del mi cuerpo es mío y lo dilapido como quiero. Es la liturgia del rebaño, lo que hacen todos, mamá.Somos jóvenes y ya está. Acaba la noche y los servicios de limpieza tienen que evacuar toneladas de desechos, que los jóvenes bárbaros han dejado.

Desde que las discotecas hicieron su aparición, los padres claudicaron con las salidas nocturnas de sus hijos. Muchos de ellos hoy son padres y sus hijos ya tienen el camino hecho.Llegaron las discotecas y para aguantar una noche de saltos, movimiento continuo y contorsiones al ritmo frenético del sonido acompasado e hipnótico, que no música, se necesitaban sustancias dopantes. Ahí está el negocio creciente de la droga  que circula por los establecimientos nocturnos.

Hoy la discoteca, cuyos precios de consumición no permiten beber más de una o dos copas, han dado paso al fenómeno vicariante del botellón. Se compra alcohol en las tiendas  y se mete en el coche-bar. El espectáculo , del recinto cerrado de la disco pasa a ser en exteriores, con las molestias sonoras consiguientes para el vecindario y el concurso obligado de la policía para evitar altercados, de los servicios sanitarios y de limpieza para retirar la basura generada.

Es la representación de la decadencia moral bajo el manto oscuro de la noche.

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